El CD Lugo debutó ante su parroquia con un empate ante el Real Zaragoza. Un empate de locos. Con un José Juan experto en jugar al filo de la navaja. El esperpéntico tanto regalado al rival obligó a los rojiblancos a jugar contra corriente. Eso si, ofreciendo una mejor versión que su rival, aunque también jugando con los mismos defectos. Es decir, perdidas de balones en las zonas peligrosas, falta concentración en defensa y con asistencias incluidas al rival.
Con el 1-3 en el marcador, todo parecía perdido, pero con la entrada de Marcelo, Iriome y Campillo el equipo cambió consiguiendo un punto que ya nadie contaba con el. Dos empates conseguidos en las dos primeras jornadas de la competición y ante dos rivales aspirantes a grandes cosas, no está mal, pero quizá algún punto tirado al cubo de la basura.
Un Lugo con muchas dudas en defensa, cinco goles encajados en dos partidos. Esto necesita una corrección urgente y ya.
A falta de tres días para el cierre del mercado y el Lugo pendiente de cerrar la plantilla, crucemos los dedos para que los nuevos jugadores que faltan por llegar, aumenten el potencial y reduzcan esas carencias que al día de hoy tiene el equipo.
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