Quien miente tiene la pretensión de que todo el mundo diga la verdad para así tener la ocasión de hacer él mismo una excepción mintiendo. La mentira, por eso, sólo puede quererse como excepción, nunca como regla.
La mentira en el debate político tiene como efecto, destartalar la objetividad pública sobre el que se asienta la esfera democrática y esa ha siso la estrategia general del PP, desde los tiempos de la mentira con la que Aznar nos embarcó en la guerra de Irak, hasta las mentiras de Feijóo, conocido en la redes sociales como FAKEJÓO, durante esta campaña electoral, señalada a Miguel A. Rodríguez como el artífica de esta estrategia electoral.
La responsabilidad de los periodistas que han arbitrado los debates era muy importante. En el cara a cara Sánchez y Feijóo, los periodistas podrían haber apuntado ellos mismos los datos, citando las fuentes fiables. Un debate en el que se permite mentir sin consecuencias y sin contrastar es un sin sentido.
Por eso, el primer objetivo y el más irrenunciable para la izquierda, sobre todo en un momento como el actual, tiene que ser la defensa a ultranza de todos los logros sociales conseguidos que, tanto costó conseguir.
El día 23 es la fecha en la que se decidirá nuestro futuro. Es importante que todos los progresistas acudan a votar para evitar que nos gobiernen esa derecha y extrema derecha que se cargarán todas esas leyes que tanto bien han hecho a la mayoría de los españoles.
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