Como todo hacía indicar, el Partido Popular pide al PSOE vote la investidura de Alberto Núñez Feijóo con el argumento de que debe gobernar la lista más votada y que debe evitar el bloqueo político. Demasiado para tan poca palabra. Derogar el sanchismo, con graves insultos incluidos , fue el objetivo con el que el PP se presentó a las elecciones. A Feijóo no le pareció necesario perder el tiempo en explicar que país propone la derecha. No era necesario cuando el verdadero problema de España era uno: Pedro Sánchez. Un ser perverso con ambición ilimitada y capaz de pactar con el diablo para poder continuar en la Moncloa y viajar en Falcon.
El resultado de las elecciones del domingo pasado demuestra que la maléfica descripción de quien ha dirigido el país en los últimos cuatro años no ha calado. El PSOE ha mejorado resultados tanto en número de votos como de escaños y, aunque no ha ganado las elecciones, las matemáticas, son las matemáticas. Con 136 diputados, Feijóo no ha logrado una mayoría suficiente con lo que algunas encuestas afines a su partido le hicieron soñar.
La alternativa no es, como se ha dicho. Partido Popular o bloqueo. La alternativa es gobernabilidad del PSOE o nuevas elecciones.
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