El fútbol es un deporte que no tiene memoria. El fútbol es presente y las circunstancias del momento son las que marcan el despido del entrenador. Otra cuestión es si es precipitado o no, y esto el tiempo lo dirá.
Este Lugo actual no se parece en nada al del pasado mes de julio, aunque hasta el momento y a falta de las nuevas incorporaciones al equipo, la plantilla no está a la altura de la pasada campaña.
Cuatro derrotas en cinco jornadas, tres puntos, tres goles a favor, ocho goles encajados que lo sitúan como el conjunto más goleado de la competición juntamente con el Albacete. Un equipo sin alma, nulo en ataque, fragilidad defensiva, y sin mecanismos ni registros. Esta es la triste realidad.
Ayer ante el Mallorca el guión fue similar a las anteriores jornadas. Juego sin patrón definido, mal tácticamente y jugadores jugando fuera de su ubicación y ante un rival superior, estás condenado a la derrota.
El cese de Juanfran no fue improvisado. El técnico valenciano ya estaba cuestionado y la elección de su sustituto más o menos estaba definido antes del choque contra el Mallorca.
Esperemos que el nuevo inquilino del banquillo albivermello acierte con la tecla para dar consistencia y sepa sacar el mejor rendimiento a los miembros de la plantilla, o lo que es lo mismo, conseguir mejores resultados
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