
El abrazo con Anguita o la cal viva le ha pasado factura a Pablo Iglesias y a los suyos. Pero el caso es que ni la precariedad laboral, ni la corrupción, ni todos los recortes en sanidad y en educación, han sido suficientes como para que la sociedad le diera un vuelco a los resultados del 20D. Hubo incluso quien en las elecciones europeas de 2014 se jactó de que el bipartidismo había muerto, pero esto no ha sido así, al menos en la derecha, que ha recuperado rápidamente fuerza. Por otro lado, la división de la izquierda no ha hecho más que enardecer a la derecha.
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