Una jornada más y como local, el Lugo volvió a defraudar a su parroquia. Un 2016 malo como local. Tres derrotas y dos empates, muy pobre producción, aunque compensado como buen visitante.
Ante el Leganés, el Lugo fue un barco a la deriva. Un equipo vulnerable con balón y sin balón e incapaz de contrarrestar la superioridad pepinera. Un mal momento rojiblanco.
Seguro que no existe falta de actitud ni de sacrificio, todo lo contrario. Posiblemente es lo que hay. El fútbol es un estado de animo.
Es necesario que el equipo cambie la tendencia ante sus seguidores, y quizá sea el momento de que esos jugadores que disponen de pocos minutos o ninguno tengan ya su oportunidad.
Los silbidos volvieron al Ángel Carro, y esto no ayuda en nada al equipo. Lo ideal sería animar, eso sí, el equipo también tiene que animar. Complicado, en todos los lugares es así.
Pero ante todo hay que tener presente y claro, que el objetivo marcado a principio de temporada es la permanencia. Las dudas no tienen que existir. La permanencia está bien encaminada y la campaña hasta ahora se puede calificar como buena.
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