Es raro ver la deriva que ha tomado la política española, con un ganador de las elecciones que no tuvo arrestos para presentarse a la investidura, con otro líder que con el peor resultado de la historia de su partido insiste en que el presidente debe ser él, y con un líder emergente que se ha pasado de frenada. Todos hablan de diálogo sin escuchar al contrario, vetando cualquier opción y abocándose a nuevas elecciones.
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