sábado, 9 de agosto de 2014

REPATRIAR

Es muy complejo justificar un despliegue de recursos humanos y económicos de una repatriación, que salvaría muchas vidas en el continente africano.
Un Estado aconfesional, como España, debe actuar al margen de este tipo de consideraciones morales. Su obligación es proteger y auxiliar a sus nacionales. La existencia de muertes por inanición en el mundo es un hecho vergonzoso que podría evitarse con actuaciones tan sencillas como no tirar comida a la basura en nuestro desarrollado primer mundo. Pagamos rescates de secuestrados, asumimos costes de protección de pesqueros y ahora el traslado de un misionero religioso debe cuestionarse por su coste.
No estamos ante un caso excepcional, estamos ante un caso mediático. Las actuaciones del Ministerio de Asuntos Exteriores asumen importantes costes de repatriación por actos más cuestionables por parte de la ciudadanía. Como turistas, libremente, nos desplazamos a zonas que pueden suponer un peligro para nuestra integridad. El Ministerio de Sanidad y las consejerías también asumen el coste de nuestras exóticas enfermedades, contraídas en nuestras apasionantes vacaciones.
Cuestionar desde la óptica económica o desde la óptica moral la actuación del Gobierno, allá cada uno con su conciencia.

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