En 2010, la ministra Bibiana Aído promovía la ley de interrupción voluntaria del embarazo más atrevida de nuestra historia.
Quienes ahora han querido recortar los derechos de las mujeres la ridiculizaron y atacaron hasta la saciedad con mitos y falsedades.
Más allá de debates puramente ideológicos o morales, Alberto Ruiz-Gallardón, ha defendido unos principios o un encargo de su presidente Rajoy hasta las últimas consecuencias. Sus principios respetables y también debatibles, no cabe la menor duda. Se ha encontrado con que su partido y el resto de su Gobierno no le han apoyado. Y, por ello, se ha visto obligado a dimitir como ministro e incluso ha dejado su escaño en el Parlamento.
Ojalá los integrantes de la clase política tomen nota de lo sucedido, y que aquellos que nos representen en el futuro asuman esta decisión como algo cuando menos, loable. Sea cual se el color político que representen.
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