La conferencia política del PSOE, llamada a ser el revulsivo de un partido que se desangra en las encuestas, ha sido un fiasco. Cuando ayer cerró sus puertas, los socialistas seguían arrastrando los dos principales problemas con los que llegaron a la cita, la faltas de consenso sobre el problema de Cataluña y de la ausencia de un calendario para elegir un líder para encabezar una alternativa real al Gobierno.
Según los organizadores, la convención debía servir para realizar una apuesta a punto ideológica, pero se ha limitado a proponer medidas dispares y deslavazadas, como un ensayo de programa electoral. El mensaje más claro del cónclave ha sido el de un viraje a la izquierda. Elena Valenciano se encargó de anunciar que el PSOE saldría más rojo de las jornadas.
Rubalcaba llamó al PP "derecha desalmada" y le acusó de hacer "cosas repugnantes". Pero lo más sorprendente de su discurso fue la insistencia a proclamar que el PSOE "ha vuelto", como si hubiera pasado unos años de vacaciones o fuera de sitio.
La conferencia política ha sido un fracaso para Rubalcaba, a la que llegó herido por las encuestas y por la afirmación de su mentor, Felipe González, de que carece de liderazgo. Paradójicamente, quien más le apuntala es Susana Díaz, que no ha presionado por acelerar las primaras.
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