Conchita Wurst acaba de ganar el festival de Eurovisión. Un hombre vestido de mujer con una tupida barba para que no quepa duda de su género. Homosexual, orgulloso de serlo y con un mensaje de tolerancia que transmitir. Y Eurovisión es una plataforma perfecta para hacer llegar mensajes de cualquier valor.
Pero observando a los participantes más sonados de las últimas ediciones de Eurovisión(Wurst, Lordi o el patrio Chiquilicuatre)cabe pensar si estamos ante una platarforma para transmitir un mensaje o si hay que ser diferente, polémico y lo más extravagante posible para tener la mínima opción de ganar. En tal caso, si el personaje, el disfraz y la historia del participante forman parte de una campaña de marketing para hacerle ganador, el mensaje pierde el sentido convirtiéndose en un burla.
A lo mejor Conchita ahora está en casa riéndose de todos por haber picado el anzuelo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario