El reciente palo de José Mª Aznar contra la dirección del PP es otro episodio de la relación del expresidente con el partido. Es de reconocer que los suyos disfrutaban cuando este caballero atacaba a Zapatero llamándole "el jefe de los pirómanos", pero también lo es la incomodidad en que sitúa a Rajoy cuando públicamente muestra su enfado por haberle dejado fuera de la campaña electoral. Al final parece ser que hará un "actito" de apoyo a su amigo del alma Cañete, un arreglillo de última hora para borrar el efecto del palo con el que castigó al Partido Popular.
Aznar nunca ha dejado claro si pretende volver a la política activa, ya que describe esa actividad como algo irresistible. Al hacerlo olvida algo que él mismo decía y sostenía cuando era presidente que solo puede mandar uno.
Ya se sabe que los expresidentes necesitan inventarse una vida tras dejar el poder. No porque estén desatendidas sus necesidades básicas, pensión, gastos de oficina, seguridad..., que corren a cargo de los contribuyentes.
A un así el expresidente Aznar debería hacer un esfuerzo para mantenerse en segundo plano y si no le necesitan para nada, dejarles en paz.
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