Lo más llamativo de estas elecciones en medio de una crisis es el hecho de que nadie parece ser consciente de la verdadera situación socioeconómica de Europa. Parece que no nos hemos dado cuenta de que la vida social de esta parte del mundo está montada sobre un hecho, un crecimiento económico a una velocidad tal que no tiene ningún precedente histórico. Bajo el impulso de ese crecimiento, la vida de los europeos ha alcanzado un nivel extraordinariamente satisfactorio, al menos para una mayor amplia mayoría.
Pero la situación ha cambiado radicalmente. La tecnología produce paro, el crecimiento ha llegado al límite de lo posible y el capital se fuga hacia zonas del mundo que, quizá puedan seguir creciendo. En esas condiciones, el pleno empleo en que consistía el bienestar europeo se aleja para no volver. Sería largo, pero no dificultoso, analizar la serie de causas que convergen en este resultado. Y todo el mundo parece empeñado en continuar por un camino que, evidentemente, ha llegado a su fin.
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