Un nuevo episodio de corrupción cayó ayer, entre indignados y resignados los escándalos en los que están implicados políticos de todo el espectro, pero sobre todo el Partido Popular. La detención de decenas de personas, que, presuntamente, han participado en una trama de comisiones sobre contratos por un valor de 250 millones de euros en los dos últimos años.
Las comisiones, aparentemente se desviaron para el lucro personal de los acusados. Francisco Granados, uno de los hombres fuetes del ejecutivo de Esperanza Aguirre, seis alcaldes de Madrid,-cuatro del PP, uno del PSOE y un independiente- y el presidente de la Diputación de León, también del PP, están entre los detenidos, además de empresarios y mediadores.
Las oportunidades de corrupción crecieron con la construcción del Estado autonómico y la potenciación de la vida municipal.
Los partidos políticos todavía mayoritarios tienen que ser conscientes de su responsabilidad en estos momentos y situarse, a la vanguardia de una regeneración auténtica, no de la farsa que algunos promulgan.
Queda el consuelo de que algunos instrumentos del sistema funciona.
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