Impotencia, tristeza, hartazgo. Ya no vale pedir perdón, ni hacer dimitir ni rasgarse las vestiduras ante tanta indecencia. Huele mal en este país. Huele a codicia y a ladronicio. Pero tampoco hacen falta los salvapatrías.
En España tenemos deportistas campeones, cineastas famosos, arquitectos e ingenieros de renombre, escritores ilustres, profesores y médicos abnegados, científicos de primer nivel y políticos de TERCERA DIVISIÓN.
¿Qué hemos hecho mal para merecernos unos políticos tan mediocres?
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