Ya ha pasado el 9N y más de lo mismo, el PP enrocado en la Constitución y el soberanismo ansioso de un referéndum de verdad. La política sigue ausente.
El partido se juega entre dos extremos. Ambos se creen ganadores. Uno por haber movilizado a más de dos millones de personas, el otro, por haber dejado en casa a más de dos tercios llamados a votar. Es probable que esa mayoría que no se ha pronunciado no esté ni con uno ni con otro.
En este conflicto, falta empatía, y voluntad para el entendimiento. Uno se cree poder conducir a su pueblo a la tierra prometida, el otro ejerce de guardián de la Constitución.
La forma y los resultados son muchos pero tampoco se augura una salida fácil. Cuanto más pase el tiempo más difícil será llegar a una solución razonable.
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