jueves, 23 de mayo de 2013

LA OTRA PLAGA

Además de los avatares climatológicos y económicos, al campo de este país le ha caído otra: los robos.
Según datos oficiales, mas de 20.000 en 2011. Tres asaltos por hora, se lo llevan todo, animales, cosechas, maquinaría...
No un ternero, un rebaño entero. No unos kilos de melones para un mercado ambulante, toneladas que entran en el circuito del consumo.
Bandas organizadas que saben muy bien dónde dar el golpe y que saben donde dar salida a esa mercancía.
Estas bandas están al tanto de los precios de las cosechas. Saben que el hielo ha arruinado la campaña de limones en Turquía. O que el metal fundido de herramientas encuentra su camino hacia China.
En los archivos policiales se mezclan nombres de rumanos, marroquíes y, por supuesto, nativos. A esa escala el robo es multinacional.
El problema lleva algunos años y va en aumento. Cuando las explotaciones sufren una y otra vez, solo cabe hablar de impunidad.
Al campo no se le pueden poner puertas, pero cabría esperar un poco más de eficacia a quienes, además recaudan los impuestos. Acarrear 100 terneros o 2000 kilos de aceitunas no es como robar una cartera en el metro. Los afectados piden más seguridad y lamentan el vacío dejado por el repliegue de la Guardia Civil. La tecnología brinda avanzados sistemas de vigilancia que suplen la falta de recursos humanos. Pero tranquilos. Mientas llega la solución del más allá, quizá las fuerzas vivas encuentren tiempo para usar este problema como arma arrojadiza.

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