martes, 11 de febrero de 2014

EN EL PAÍS DE LA PICARESCA

Más de 300 políticos españoles imputados en casos de corrupción en 2013. Ante tamaña barbaridad y antes de empezar una caza de brujas contra nuestros dirigentes, tengamos una visión más amplía que una simple condena. Y mirémonos todos un poco el ombligo.
Palabras como corrupción, tráfico de influencias, prevaricación, cohecho, malversación de caudales públicos... Suenan mal cuando se ponen en los medios y todos nos echamos las manos a la cabeza. Pero traducidas y aplicadas en un contexto cercano, cuando empezamos a hablar de echar un cable a los allegados, privilegios del mando, una comisión por mis servicios, intereses comunes, saber moverse, vista para los negocios ya empieza a cambiar nuestra perspectiva y no nos parece tan mal, incluso nos parecen cosas aceptables.
Ese es el problema. Porque en el fondo los políticos no son más que un reflejo de nuestra sociedad, y cada uno actúa a su medida. Mientras no se cambien los valores sociales e interioricemos palabras como, intereses colectivos, honestidad, ética, honradez, discreción, profesionalidad, trabajo, constancia, como los únicos exigibles, no habrá nada que hacer. Todo lo demás será un continuo tira y afloja.

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