jueves, 20 de febrero de 2014

LLAMAR A LAS COSAS POR SU NOMBRE

Por qué llamar fraude fiscal o evasión de capitales, cuando es mucho más elegante la denominación de ingeniería financiera.
Debe reconocerse que utilizar la máscara de la ingeniería para ocultar el rostro del engaño y la ambición desmedida tiene su punto de ingenio, pues la ingeniería suele asociarse al progreso y bienestar común, y no al engaño y el empobrecimiento de la población. Qué tendrá que ver, por ejemplo, diseñar un equipo sofisticado destinado a la detección precoz de enfermedades, con diseñar un plan complejo con el que escaquearse a la hora de pagar impuestos, son con los que se financian la sanidad, educación, investigación, etcétera. Aunque no se trate de una ingeniosa novedad mundial, ¿tendrá receptividad y calado político el paquete de peticiones realizadas por los inspectores de hacienda en días pasados para obtener mayor garantía, eficacia y rendimiento en el afloramiento y la recaudación de los tributos defraudados?.

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