sábado, 22 de febrero de 2014

LA IMPUNIDAD DE LOS CORRUPTOS

El comunicado de Francisco Granados, con referencia a la noticia de que mantuvo una cuenta en un banco suizo, es digno de análisis. Dice una verdad a medias y maliciosa, que no tiene dicha cuenta, dice más adelante que la tuvo y no dice que hizo con los fondos cuando la canceló. Dice que todos sus ingresos están declarados en hacienda , lo que está por demostrar. Precisa que teniendo actividad política no tuvo ninguna cuenta en el extranjero, pero más adelante aclara que la tuvo entre 1996 y 2000 siendo cargo público, concejal y alcalde. Admite que tuvo cuenta en Suiza entre 1996 y 2000 y manifiesta que el importe de 1,5 millones de euros que tenía en dicha cuenta era producto de su actividad profesional bancaria anterior, lo que supone que a los 32 años había sido capaz de ahorrar, no solo ingresar, una cantidad tan importante de dinero. Esto es, al menos, inusual.
A pesar de todo, quizá la corrupción no es el problema de España. El problema real y de fondo es la impunidad de los corruptos. Asistimos permanentemente a sobreseimientos de causas o a prescripciones de delitos al amparo continuado que obtienen de sus organizaciones políticas, sindicales, empresariales y sociales, a maniobras jurídicas legales para alargar los procesos o demorar sus entradas en prisión, a indultos inexplicables, a la actuación timorata de magistrados, a la imputación de jueces que toman decisiones sobre los corruptos, a fiscales que se erigen en defensores de los imputados. Es una tela de araña que impide que se haga justicia y que se enseñe al resto que delinquir se paga. Sin la impunidad, los casos serían menos. Por ello la corrupción es un efecto, la impunidad el problema que produce y consiente.

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