martes, 22 de abril de 2014

EL DISCURSO RANCIO DE DOÑA ESPERANZA

Esperanza Aguirre pregonó la temporada taurina de Sevilla. La sexagenaria tiene la capacidad, hable de lo que hable, de impregnar sus declaraciones de un aroma cutre, rancio y chulesco. En Sevilla, Aguirre dio rienda suelta a uno de sus razonamientos a favor de la cultura taurina. Según la lideresa, los antitaurinos lo somos por ser antiespañoles. Siguiendo su hilo argumental, la muerte del toro en la plaza representa la idiosincrasia nacional. Junto al cristianismo y el amor a la patria, los tres requisitos imprescindibles que asegura el título de español de pro. Lo dice en Sevilla, olvidando otros escapes verbales anteriores en los que ridiculizó, a lo que ella denomina, la cultura andaluza del subsidio.
Tampoco parece muy cristiano ni patriótico calificar de mamandurrias a las prestaciones sociales o presumir de haber sido la primera en destapar la Gürtel. Pero volviendo a los toros, soy español. Aunque si mi identidad nacional depende de ese espectáculo, me pido ser marciano.

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