NO SOLO LA VELOCIDAD

La mortalidad en accidentes de tráfico parecía en vías de solución. La reducción de la siniestralidad es un mérito atribuible a los gobiernos de Zapatero y no estuvo solo fundada en un endurecimiento de las infracciones de tráfico, sino en convencer a los conductores de que tales faltas iban a ser realmente castigadas a través de un sistema eficaz de detección en carretera, y no como sucedía antes cuando loas multas eran irrelevantes o incobrables.
La política se ha mantenido, pero las buenas noticias empiezan a agotarse. En marzo se contabilizaron 91 muertos, 22 más que en 2013, y en el fin de semana 5 y 6 de abril, 20 personas murieron en la carretera, el peor balance desde agosto de 2012.
El modelo de responsabilizar a los automovilistas mediante limitaciones de velocidad y los puntos del carné se ha demostrado eficaz, incluso puede endurecerse un poco más si se quiere, bajando el limite de alcohol. Pero el problema vial ya no está solo en la prudencia de los conductores, sino también en el estado de las carreteras.
Un estudio reciente dibuja un panorama pésimo del estado de la red vial. Hay que reponer 330.000 señales, repintar 52.000 kilómetros y revisar el 82% de los puntos de iluminación, eso sin mencionar la pavimentación deteriorada que destroza los automóviles y favorece los accidentes. El informe coincide con la percepción general de los automovilistas, las carreteras están parcialmente abandonadas, en especial las secundarias, donde se producen la mayoría de los accidentes.
El parque automovilístico, por su parte, envejece, como consecuencia de la recesión. Los coches no se renuevan y, lo que es peor, se revisan menos. Por tanto, la política de tráfico ya no puede consistir solo en limitar la velocidad, sino que debe ir acompañada de un plan eficaz de mantenimiento de las carreteras. La autoridad pública, ministerio fomento, diputaciones, autonomías, es en estos momentos, tan responsable como los propios automovilistas.