Desde la semana pasada, los supermercados griegos pueden vender, en estanterías especiales, productos no perecederos que haya pasado la fecha de consumo preferente. La normativa establece que deberán venderse a un precio inferior.
La medida forma parte de la escalada de ajustes en que vive sumergido el país por la crisis económica, pero no están tan desencaminada como parecería a la luz de las reacciones suscitadas. El debate muestra muchas contradicciones en que incurren las sociedades acomodadas y la dificultad que tienen para adaptarse a los tiempos de penuria.
Algunos grandes almacenes ya han dicho que no los venderán, pero no por afán de proteger la salud de sus clientes, sino por miedo a que la imagen de la marca quede dañada.
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