domingo, 8 de septiembre de 2013

EL OLIMPISMO NO QUIERE A MADRID

España se quedó anoche consternada. Fue una decepción porque pocas veces una derrota ha sido tan amarga. Nadie esperaba que Madrid fuera eliminada en la primera ronda.
Había muchos argumentos a favor de Madrid. Éramos la única gran capital occidental que jamás había organizado los JJOO, disponíamos de infraestructuras ya terminadas y la propia ciudad ofrecía muchos atractivos.
Difícilmente Madrid podrá intentarlo por cuarta vez tras este fiasco y menos si tiene que competir contra París.
Madrid compitió con Paris y Londres hace 8 años en Singapur y fue derrotada en Copenhague hace cuatro por una pujante Brasil. Pero ahora no había un rival de esa talla. Por ello, la derrota sólo puede explicarse por el deterioro de su imagen, lastrada por el paro, crisis económica, corrupción clase política, tensiones territoriales y el dopaje (operación puerto).
La derrota sin paliativos nos fuerza a preguntarse que se ha hecho mal y por qué se ha sufrido ese rechazo. Ello obliga a hacer autocrítica y reflexionar sobre el trecho que media entre la autocomplacencia de nuestros dirigentes y la severidad con la que nos miran otros.

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