lunes, 23 de septiembre de 2013

LA PLAGA DEL FUEGO

La acción policial no basta contra los incendios forestales si no se atacan sus causas profundas. Como una rutina de cada verano, Galicia vuelve a ser pasto de las llamas con cerca de 20.000 hectáreas calcinadas. Los incendios forestales han tenido en vilo a decenas de aldeas y han arrasado lugares de gran valor natural como zonas de la Reserva de la Biosfera en Os Ancares o del Monte Pindo, uno de los paisajes más impresionantes de a Costa da Morte. Pasan las décadas y los Gobiernos dedican ingentes cantidades de fondos públicos a sostener el dispositivo la lucha contra el fuego y todo sigue como siempre. Galicia se transforma en un paisaje ceniciento, mientras autoridades y expertos se enzarzan en un debate interminable.
En la oposición acusan al Gobierno de ineptitud. Y, una vez en el poder, impotentes para detener el desastre. El último ejemplo es  el del presidente de la Xunta, Feijóo. En 2006, culpabilizó al Gobierno que entonces gobernaban socialistas y nacionalistas de una devastadora oleada de incendios. Con esa premisa, la Xunta y Gobierno pretenden que la solución está en manos de la policía y justicia.
Todas las investigaciones coinciden que alrededor del 80% de los fuegos son provocados por el hombre, y ahí se juntan una variedad de actos y causas, desde los descuidos, envidias, rencillas y hasta la pervivencia de una cultura del fuego muy enraizada que siempre  ha acompañado las labores agrícolas. La mayoría de expertos también apunta al abandono del monte, unido a la desertización de las zonas rurales, crea las condiciones perfectas para que Galicia sea una hoguera. Solo una política y unas leyes mucho más duras que ataque esas causas profundas pondrá sentar las bases para al menos mitigar la catástrofe ambiental y el coste económico de cada verano.

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