SIMULANDO QUE ES GERUNDIO

Existe simulación de negocio cuando el pacto oficial sirve de pantalla al acuerdo real de las partes. En este caso, la motivación de los contratantes es eliminar los costes, riesgos y otras historias, como por ejemplo, los de naturaleza fiscal. Una persona que necesita financiación puede recibirla a través de un préstamo o de una donación. Las dos vías son aptas, pero resulta que la primea es fiscalmente más barata que la segunda. Mientras lo recibido en préstamo hay que devolverlo, la donación no, por lo cual una persona dispone gratuitamente de una cosa a favor de otra. Las donaciones, están sujetas al impuesto de sucesiones y donaciones. La tarifa de este tributo, a partir de 800.000 euros, las donaciones tributan al tipo del 34%. Además, las cuotas pueden incrementarse mediante coeficientes multiplicadores.
¿Qué sucede?. Pues que muchos padres donan a sus hijos simulando que les conceden un préstamo.
¿Puede ser que la casa real haya recurrido a este trapicheo? El Gobierno se empeña en silenciar todo aquello que le molesta. Esconder la cabeza bajo el ala, como la avestruz, nunca es un estrategia adecuada. Los problemas no se disipan en el olvido. Al contrario, acaban resurgiendo con más fuerza y a menudo en el momento más inoportuno.
Pero, sobre todo, se trata de una maniobra inadmisible. Porque sacrificar la legalidad en el altar de la conveniencia es el mayor ataque a la democracia. El daño que el caso Urdangarin está causando a la monarquía es evidente, pero el que está generando a España es incalculable, al extender la idea de que las instituciones públicas están al servicio de intereses particulares.
Hay que ventilar las instituciones para acabar con el oscurantismo, el gran lastre de la monarquía. Sus ejercicios de transparencia son siempre tardíos, forzados e insuficientes. Nada hay de malo en que el rey haga un préstamo millonario a su hija. El problemas es que se haya ocultado, siendo relevante para una causa judicial.