Sorprendente es el notable avance en el campo de medicina regenerativa que han logrado unos jóvenes investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. Paradójicamente, esta institución científica se debate frente a graves problemas económicos que comprometen mantener su plantilla y sus líneas de investigación, cuestión de unos pocos millones de euros al fin y al cabo, que sobrepasan las disponibilidades presupuestarias del Gobierno.
Contrasta esta patética búsqueda con la costosa parafernalia de gastos mediáticos y suntuarios destinados a conseguir la nominación para los JJOO, así como la obstinación en la construcción de tantas infraestructuras innecesarias o inútiles. Con ello se perversa en los errores del pasado que nos han llevado a la situación actual.
Claro que da más votos cortar una cinta que apoyar una larga y discreta línea de investigación, prefiriendo el glamour de fastuosos edificios de autor al trabajo riguroso que nos abriría las puertas del futuro en un mundo cada vez más globalizado y competitivo.
Así nos va y peor nos irá si no rectificamos apoyando con politicas decididas a la ciencia y a la innovación, estimulando y reteniendo a nuestros jóvenes talentos, en lugar de apostar por inversiones espectaculares carentes de rentabilidad social y económica a largo plazo.
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