lunes, 22 de abril de 2013

EL BITCOIN ES UN PARAISO

El bitcoin es una divisa, como el dólar, el yen o el doblón, pero no se ve ni se toca.
Tampoco tiene un banco central detrás, ni una Merkel, ni un FMI. No hay autoridad ni testigos ni registros.
Los bitcoins son virtuales, pero se compran con dinero real. Desde que fue creado en 2009 por un misterioso Satoshi Nakamoto, su valor oscilaba casi siempre en uno y dos dólares. La crisis chipriota y el cierre de sus bancos disparó su divisa hasta los 266 dólares del miércoles. Al día siguiente bajó a 50.
Pese a los sobresaltos, el bitcoin no es un monopolio cualquiera. Su expansión empieza a preocupar a las autoridades monetarias porque el desafío que supone su poder financiero establecido. Una moneda sin autoridades de por medio que hoy devalúan los ahorros y mañana suben impuestos tiene un atractivo, y también práctico, la moneda viaja por internet anónimamente y sin necesidad de pasaporte.
Gracias al anonimato y la ausencia de autoridades, bitcoin pone al alcance de cualquiera hacerse un Bárcenas, o sea, un paraíso fiscal. Y mucho más cómodo que esas galimatías de sociedades cruzadas entre islas del Caribe. Con el bitcoin lo único que no hay que hacer es guardarlo en el ordenador, que se quede obsoleto enseguida, mejor guardar los bitcoin en la nube.
¿Virtudes? ¿Real? ¿Quién se atreve a poner la mano en el fuego?

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