
La sentencia dice que no se hizo "prueba de impregnación alcohólica" en lugar del accidente, "dado el estado físico" del herido. Se le extrajo sangre una vez hospitalizado, pero solo "con fines terapéuticos". Días más tarde, el hospital recibió orden judicial de conservar una muestra de esa sangre, que fue analizada y dio una tasa de 1,26 gramos de alcohol por litro de sangre. La juez anula la prueba porque se rompió la cadena de custodia. Los primeros médicos que le atendieron no recuerdan olor a alcohol.
Todo el mundo se alegra de que mejore la seguridad vial en España, porque muestra que algo va bien, ahí están las leyes, los controles, las sanciones. Y de repente descubrimos que no podemos tener confianza en que una prueba de alcoholemia se hace en condiciones para la justicia.
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