sábado, 13 de abril de 2013

LA MUERTE DEL CAPITALISMO POPULAR

La muerte de Margaret Thatcher ha suscitado una auténtica reacción de duelo en la política española. El luto por esta política británica puede haber parecido un poco exagerado, pero no lo es, si pensamos que el llanto es por nosotros mismo. Thatcher se ha marcado al mismo tiempo que su gran legado, el capitalismo popular. El capitalismo popular fue un sueño para los pobres, les hizo creer que podrían tener una casa de alto standing pidiendo créditos al banco. Thatcher quería que los pobres que lo merecieran pudieran tener lo mismo que los ricos. Así empezó todo y así está acabando todo.
El sueño del capitalismo popular proporcionó bienestar y autoestima a millones de personas, pero ha acabado convertido en la pesadilla de esa joven de Vigo que tenía 1860 euros en una cartilla infantil y su caja de ahorros de toda la vida los invirtió en participaciones preferentes. Gracias al capitalismo popular los jubilados españoles creyeron que podían ser clientes preferentes de los bancos, como la gente rica. Gracias al capitalismo popular, los inmigrantes y las personas menos pudientes creyeron que podrían comprarse una casa. Hasta que llegó el paro, no pudieron pagar la hipoteca y el banco que tasó el piso en la cantidad que le dio la gana les desahució.
Thatcher no tuvo en cuenta que su modelo estimulaba las ganas de dinero de las personas que nunca lo habían tenido. Que no había fin para el deseo de consumir, de ascender de clase social a través del dinero. Pero después de ella vino Aznar, vino Zapatero y que todo lo que subía no podía bajar. Los gobernantes abrazaron el capitalismo financiero de la Thatcher con entusiasmo. Y ahora cuando más grande ha sido la burbuja más grande es la factura.

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