Hace ya unos años, cuando un magnate alemán de la construcción puso a la venta su colección de piezas arqueológicas, un museo alemán que las
adquirió denunció que entre ellas había algunas exportadas ilegalmente desde
España. El verano pasado, en una subasta celebrada en Alemania, piezas de
enorme valor podrían haber salido de España de manera ilegal.
Tales pruebas
podrían indicar que una organización delictiva estaba saqueando yacimientos
españoles, pero, tras un tiempo de investigación, la Guardia Civil ha
recuperado más de 4000 piezas arqueológicas y localizando al saqueador. Un
jubilado del pueblo de Aranda (Zaragoza) que, con un detector de metales, desvalijaba los yacimientos de la zona.
Por tanto, nada de
ladrones expertos en arte, simplemente, el hombre vendía las piezas a un
coleccionista alemán que a su vez disponía de gente que dejaba las obras
perfectas. De ahí pasaban al mercado negro. Es una historia, más sencilla, que
recuerda a la del electricista de la Catedral de Santiago de Compostela, autor
declarado del famoso Códice Calixtino. El ladrón, como ahora, estaba muy cerca.
Queda patente que
ambos casos demuestran la ausencia de interés sobre el patrimonio histórico y
artístico que España parece dispuesta a dejar escapar.
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