Hace ya unos años, cuando un magnate alemán de la construcción puso a la venta su colección de piezas arqueológicas, un museo alemán que las
adquirió denunció que entre ellas había algunas exportadas ilegalmente desde
España. El verano pasado, en una subasta celebrada en Alemania, piezas de
enorme valor podrían haber salido de España de manera ilegal.

Por tanto, nada de
ladrones expertos en arte, simplemente, el hombre vendía las piezas a un
coleccionista alemán que a su vez disponía de gente que dejaba las obras
perfectas. De ahí pasaban al mercado negro. Es una historia, más sencilla, que
recuerda a la del electricista de la Catedral de Santiago de Compostela, autor
declarado del famoso Códice Calixtino. El ladrón, como ahora, estaba muy cerca.
Queda patente que
ambos casos demuestran la ausencia de interés sobre el patrimonio histórico y
artístico que España parece dispuesta a dejar escapar.
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